2 octobre 2011

otra más y van...

De un momento a otro, los suspiros bañados en alcohol y el humo del último cigarrillo que apagaba se trepaban a las cortinas, intentando huir desesperados de la tensión que generaban esos ojos clavados en el techo. En una de esas eran las siete menos tanto de la mañana las que golpeaban en la boca del estómago, o el hambre, o el dolor en los pies después de tanto caminar, o una cosa y no esa angustia. Trataba de repetirse que no eran ganas de llorar, sino solamente una molestia en la nariz, pero aquel muchacho tenía razón, era mucho más sensible de lo que quería. Se notaba a la legua.