19 mars 2014

Mensaje.

No para de llover. En la radio vuelven a dar el alerta por tormentas eléctricas que, aparentemente, son novedosas y asesinas en esta época del año, aunque el Muppet diga que no. Vos me entendés. No me importa mucho, es igual, recomiendan que no salgamos con paraguas porque atraen a los rayos, aunque los rayos cayeron siempre, qué sé yo, parece que no entiendo nada. De todas formas no salgo para no mojarme, ni tengo motivos para hacerlo porque no estás por acá. Es absurdo, porque me mojo igual, también llueve adentro. Me llueven el techo y el pecho. Me preocupa un poco porque estar así me hace pensar y es como vos siempre me decías, tu problema no es pensar, tu problema es que pensás en estas cosas, y después te reías y decías que nada, que estabas diciendo pavadas. Pero ya era tarde, porque me dejabas pensando y ¿sabés qué? esas cosas no se dicen. Es una cuestión de cortesía. Tu problema es que siempre te faltó un poco de viveza, pero nunca te lo dije, no te quería hacer sentir mal, ¿ves? cortesía. Como cuando te fuiste sin decirme nada y me vaciaste tu lado del placard, yo pensé que te habías ido para siempre pero después volviste, sin decir nada, porque te habías olvidado el cuaderno ese. ¿Con qué cara volviste por el cuaderno ese? Pensé que me estabas tomando el pelo pero no, no, tendría que haberme dado cuenta de que siempre fuiste así, sos como el rey ese pero al revés, todo lo que tocás lo convertís en un cacho de basura. Así me dejaste a mi, soy una porción de basura con ropa paqueta. Y eso que Ñoqui me lo había advertido. Nunca entendí por qué le decías así, y vos pensabas que era gracioso, siempre me tomaste por boluda. No hay problema, ahora ya se me pasó, no estoy enojada ni te extraño, pero no para de llover y me acordé del día que te conocí, que tuvimos que correr al colectivo y terminamos empapados como si acabáramos de salir de la ducha, y te reíste un mes del golpe que me di cuando traté de bajar el último escalón, que me llegaba a la rodilla, aunque no hubiera sido gracioso. No sé si fue la misma vez, ahora se me mezclan las veces a veces. A vos te funcionaba mejor el cerebro para esas cosas. Los chicos siempre se acuerdan de vos y me preguntan qué sé de tu vida y aunque trato de explicarles que nada, que no apareciste más y que tengo el presentimiento de que me borraste de todos los lugares donde guardamos a la gente, insisten en decirme que ya se te va a pasar. Si supiera qué se te va a pasar las cosas serían distintas. No entendí por qué rajaste de esa manera, sin decirme nada. Pero no te preocupes, no es un reclamo, no te hablo por eso, te hablo porque llueve y pensé en vos, en cómo destestabas el ruido de la lluvia en el techo de chapa y cómo las ramas del árbol de atrás chocaban por el viento y no te dejaban dormir, decías que no te dejaban dormir, pero dormías igual. Yo no dormía. Ahora tampoco estoy durmiendo bien, las pesadillas me acechan y no sé por qué, en una de esas es la ansiedad, o la falta de tu brazo en mi almohada. Aunque siempre me resultó incómodo, porque me levantaba con dolor de cuello por doblarme para esquivarlo, ahora que no está sigo doblando el cuello así que por ahí el brazo era la excusa perfecta para quejarme de vos y echarte la culpa de mis molestias. Como siempre lo hice, aunque no tuvieras la culpa. Siempre me enojaba y te gritaba y te decía que eras lo peor, y no eras lo peor ni tampoco lo mejor, eras para mi y no me di cuenta. Pero no llamo para disculparme, no, llamo porque llueve, y me hace pensar en vos.