No se puede soplar un castillo de cartas y pretender que quede firme en su lugar. En este momento soy ese castillo temblando, el quiebre es inminente.
Me despierto con las mejillas empapadas de lágrimas y de la misma forma me vuelvo a acostar. El cansancio físico se iguala al mental. Lastima pensar, pero más lastima no hacerlo.
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