Un poco así describía, en 1758, el naturalista Karl Linneo a los nativos americanos. De la misma forma, describió a las otras tres razas humanas que él mismo se inventó. Por eso, los blancos fueron musculosos de bucles dorados al viento, ojos azules y regidos por leyes; los amarillos fueron severos, avaros y opinólogos y los negros fueron hombres flemáticos, negligentes, perezosos y guiados por el libre albedrío.
El racismo es la doctrina que sostiene que biológicamente una raza es superior a las otras. A lo largo de los pasados 250 años vimos pasar masacres, persecuciones y sometimientos inimaginable cantidad de veces, y hasta me atrevo a decir que aún hoy pasa (quizás en menor medida, quizás con un mejor camuflaje), con este criterio como fin y fundamento.
¿Será posible un mundo completamente blanco? La respuesta es no.
Volviendo a hablar biológicamente, las razas antes mencionadas no existen. No hay algo en nuestros genes que nos hagan mejores o peores que los demás, ni siquiera mejor o peor adaptados. Biológicamente, estamos preparados para lo que "nos toca"
Debo suponer, entonces, que el color de la piel para el racista es una justificación a su deseo de ser superior, a la imagen superdesarrollada que tiene de sí mismo.
Atacar al diferente es figurita repetida en la historia de la humanidad.
¿Existen los reales factores de cambio? La respuesta es SÍ.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire