12 août 2011

La primera vez que te soltaste el pelo pensé que siempre deberías llevarlo así. Los celos más grandes los sufrí por esa cortina negra que te acariciaba los hombros y siempre olía a shampoo. Te movías y me acordaba de esa canción -so how could your hair have the nerve to dance around like that, blowing, and how could the air have the nerve to blow your hair around like that*- Y un día, solamente un día, me atreví a tocarlo, de verdad tocarlo, como si me perteneciera, y de pronto tus mejillas estuvieron rojas.
Me tomabas por sorpresa con cada abrazo si apretabas tu abdomen contra mi espalda, cuando no te trepabas y me mordías una oreja. A veces me molestabas de verdad pero...

En realidad, siempre te noté un poquito triste.

Cuando levantabas las sábanas buscando las medias que se te escondían por ahí después de dormir,
me mirabas con cara de no sé qué, y yo me reía porque no me parecía importante.
Te ofendías, sí, siempre te ofendías. Vos no pensabas que para mi la cuestión no pasaba por ahí. A mi me gustaba verte así, enterrada con las patas para arriba y los dedos helados de frío, perdida en ese universo blanco de dobleces y pelusas, donde cada tanto te chocabas con mis rodillas y te enojabas todavía más. Graciosa, casi torpe, lucías cuerpo y alma desnudos sin un pero que se animara a cruzar la puerta, y ahí atrás de la dulzura, de la rabia repartida entre la media, el frío y mis rodillas, ahí asomaba una lágrima.

A veces te parabas derecha y estirabas la mano para apretar la mía con fuerza, como si acabaran de presentarnos. Te gustaba inclinar un poquito la cabeza y que yo siguiera con una reverencia.
Juntabas florcitas y me las metías en el bolsillo y por eso siempre tuve los dedos verde-yuyo.

Entonces me gritabas largo rato. Y atrás de ese desfile de barbaridades, la lágrima otra vez.

Seguro pensabas que despedirse no es fácil, porque de otra forma no puedo explicarlo. Tarareaba despacito mientras guardabas las últimas cosas en la mochila esa de mierda, I can tell that you are serious, y me mostré tranquilo cuando te metiste abajo de la cama. No pudiste ofenderte, reconociendo lo ridícula que era mi nariz sangrando por esa mano estampada en el medio de la cara. You're looking for that hurt look around my mouth, the look of a steep fall. Me tragué la sangre que llegaba a los labios.

No quise ensuciarte y no te abracé.


Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire