24 mai 2012

Página al azar, primera entrega.

Inauguro sección (me encantaría saber si estás leyendo)

Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados. 




DESPUÉS DE LAS FIESTAS, Julio Cortázar
Salvo el crepúsculo, Ed. Sudamericana, 1984, p. 140




Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire