14 mars 2010

no perecedero (de a pedacitos)

El día en que te conocí, la primera vez que cruzamos palabra, te dije con toda seguridad que nuestra relación no podría durar más de dos meses y hoy...bueno, acá estoy casi cuatro años después, esperando que nunca dejes de abrazarme. El primer abrazo es inolvidable. Te bajaste de la bici y no hizo falta decir nada. No quiero soltarte (congelé ese momento para siempre en mi memoria)

Todavía creo que algún día vas a despertar y ni siquiera vas a recordar mi nombre, voy a ser solamente la vaga idea de alguien a quien viste alguna vez en el cine o en un tren. El solo pensarlo me da terror, porque no sé cómo sería mi vida hoy si la profecía se hubiera cumplido. Tal vez no me encontraría de pronto mirando a la nada en los adoquines, o tratando de entender una película imposible, o tal vez sí, pero sin saber claramente por qué.

No exagero cuando digo que cambiaste mi vida. Quizás no en el sentido romántico de la frase pero sí, definitivamente me enseñaste a ver y escuchar de una forma distinta. Sobre todo a escuchar.

Siempre hay un momento en el que idealizamos a los demás y los convertimos imaginariamente en lo que queremos que sean, y casi nunca nuestra idea coincide con la realidad. Bueno, dejame decirte que en este caso la realidad superó a todo lo que pude soñar y cada día que pasa me sigue sorprendiendo de una buena forma.

A la vez estamos más cerca y más lejos que nunca, estamos ausentes y, aunque de a ratos no seamos nadie, siempre encontramos la forma de encontrarnos.

Es fácil apreciar a aquellos que nos dicen sólo lo que queremos escuchar, pero aún más fácil es apreciarte cada vez que no te gusta lo que hago, cada vez que te incomoda lo que digo y siempre que tus advertencias se transforman en verdades absolutas que no quiero creer.

El destino no es mi amigo, pero a veces se porta bien.

No quiero que pienses que oculto algún tipo de enamoramiento idílico hacia tu persona. Aunque siempre, y ya te lo he dicho, algo tuyo va a vivir en mi.

Vuelven las ganas de abrazarte a la madrugada y la bipolaridad de los fines de semana. El extrañarte cuando no estás y el aburrimiento de las sobredosis de vos.

Odio cada centímetro de tu cuerpo como amo cada palabra que sale de tu boca.

¿Es amor o es admiración?

Hoy valemos nuestro tiempo y merecemos nuestro cariño. Hagamos eternidades.

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire