19 décembre 2012

Ficciones. Fragmentito.

[...]

- ¿Cuál es su nombre? - preguntó el hombre
- Mariano - respondí, y empecé a llorar.

Seguí con los ojos clavados en el suelo, goteando miedo e impotencia, sintiendo que todas las miradas de la habitación de clavaban en mi. Nadie se acercó a consolarme. Miré por sobre mi hombro buscando a Milo, que siempre llegaba tarde a todos lados, y vi el gesto avergonzado de la recepcionista, tapándose la cara con la mano mientras simulaba leer el diario; vi a la enfermera gorda acercarse con gasas y yodo; vi a un nene retorciéndose de dolor de estómago; vi a un hombre arrodillado, llorando la muerte de su hijo, y a Milo corriendo por el pasillo, intentando alcanzarlo antes de que terminaran de caer los pedazos.

Besé a Mariano por encima de la sábana que le cubría la cara, que empezaba a mancharse de sangre. La enfermera gorda me curó la herida de la ceja. Milo se llevó a su padre del lugar. Mariano murió en el pasillo del hospital.

[...]

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