15 octobre 2010

octubre

Rojos, biliosos, erguidos, cabello negro, recto y grueso, nariz ancha, cara pecosa, casi imberbes, tercos, contentos, libres, se pintan líneas curvas rojas, se rigen por costumbres

Un poco así describía, en 1758, el naturalista Karl Linneo a los nativos americanos. De la misma forma, describió a las otras tres razas humanas que él mismo se inventó. Por eso, los blancos fueron musculosos de bucles dorados al viento, ojos azules y regidos por leyes; los amarillos fueron severos, avaros y opinólogos y los negros fueron hombres flemáticos, negligentes, perezosos y guiados por el libre albedrío.

El racismo es la doctrina que sostiene que biológicamente una raza es superior a las otras. A lo largo de los pasados 250 años vimos pasar masacres, persecuciones y sometimientos inimaginable cantidad de veces, y hasta me atrevo a decir que aún hoy pasa (quizás en menor medida, quizás con un mejor camuflaje), con este criterio como fin y fundamento.

¿Será posible un mundo completamente blanco? La respuesta es no.

Volviendo a hablar biológicamente, las razas antes mencionadas no existen. No hay algo en nuestros genes que nos hagan mejores o peores que los demás, ni siquiera mejor o peor adaptados. Biológicamente, estamos preparados para lo que "nos toca"

Debo suponer, entonces, que el color de la piel para el racista es una justificación a su deseo de ser superior, a la imagen superdesarrollada que tiene de sí mismo.

Atacar al diferente es figurita repetida en la historia de la humanidad.

¿Existen los reales factores de cambio? La respuesta es .

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