28 juin 2011

querido diario

Cómo me temblaron los pies cuando lo vi llegar y ay, cómo me dolió cuando se fue.
Lo miré hasta que desapareció cruzando la puerta, esperando que se volviera para verme sonreír, pidiéndole perdón, pero no paró. No se dio vuelta y no me vio y el orgullo, este orgullo que me llena el pecho y las manos y me brota por los poros, no me deja abrir la boca.

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