La historia se repite, lo hace tantas veces como le es posible, y nos hunde en ese mar de sollozos. De pronto somos los protagonistas del cuento de la profecía autocumplida, abandonados a nuestra suerte en la banquina del nihilismo, las ansias y el egoísmo de las madrugadas.
El odio y el miedo nos comen desde adentro, las ganas de decir y no poder, y no deber, y no saber, nos vuelven locos, y terminamos de nuevo solos, sentados a oscuras imaginando fotos.
Que si hacemos lo que hacemos, o decimos lo que pensamos, es para ocultar lo que sentimos ¿Por qué tanto dramatismo? Si al final vamos a perdernos. Sintamos, vivamos y muramos todos los días. Sentime, vivime y matame siempre, que así nos ganamos un poco.
Nos encontramos de la mano, enfrentados, con las narices oliendo rosa mosqueta, y el oído escuchando al corazón, y no decimos nada, y todo es silencio y todo es amor y todo es tiempo pasado, pisado.
Caminar de la mano no va a ser igual cuando tengamos que cargar con los pesares, las alegrías y los cariños de los demás. Nos doblamos, vamos doblados a la mitad y ya no es placentero. Las sonrisas se borran, los dedos se sueltan, de a uno, se separan, y somos dos en un millón.
El odio y el miedo nos comen desde adentro, las ganas de ser uno con todos y no poder, y no deber y no saber, nos vuelven locos.

"La historia se repite, ese es uno de los errores de la historia." Charles Darwin (1809-1882)