30 avril 2009

Lo peor de la calma después de la tormenta es extrañar los sacudones, el miedo y el pelo escarchado.

Todos vivimos alguna vez la calma, todos en algún momento pasamos por esos días en que la detestamos, y todos en algún punto, quizá remoto (quizá no) buscamos la forma de mover un poco el mundo de su eje, de estremeserlo, aunque sea saltando.

Hoy me planto y decido que los loquitos esos que creen que pueden se bajen de su nube. Hoy quiero que se decepcionen los optimistas, que se odien los que se odian y que los que se aman se tiren ceniceros. Busco que me traten mal, busco algo que me haga temblar.

Todo lo que me digas hoy va a ser con mala intención, lo que hagas va a ser para lastimarme, lo que pienses va a ser en mi contra y los abrazos van a ocultar algo. ¿Paranoia? Y...sí, yo diría.

Hoy es uno de esos días en los que cierro los ojos, los aprieto, aprieto los dientes hasta que me duele.

"Acá lo que sobra es gente de mierda", pienso mientras miro por la ventanilla del bondi.

Ahora es lo único en lo que puedo pensar.

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